JESÚS ZURITA, 4 OBRAS COMENTADAS

JESÚS ZURITA

Cuatro de las obras contemporáneas del artista  Jesús Zurita comentadas por el:

Los venenos.




Es un cuadro titulado “los Venenos” y muestra dos figuras ocultas y ambiguas cubiertas por telas rojas en actitud de recolectar. El asunto es si los mencionados venenos son recolectados o inoculados. Del mismo modo, el veneno y su asimilación, su cura, conviven bajo esos ropajes rojizos. Lo único seguro es que las figuras anónimas dedican toda su atención y recursos a una labor que imagino laboriosa, refinada y ritual, incluso alquímica.


 Recogiendo, 2012.


Es cierto que en mis planteamientos como artista prevalece el acercamiento sensitivo al espectador antes que una enunciación conceptual. No soy un artista de tesis. Es muy importante para mí que se establezca un vínculo entre la obra y el espectador, por lo que recurro a cuestiones que considero esenciales: el sexo, la muerte y todas las pulsiones que median.
Podría decirse que trabajo sobre aquello que configura lo inmediatamente humano previo a cualquier juicio ético o moral. No antepongo preceptos o códigos que reduzcan el significado de mis imágenes a un simple panfleto con el que estar o no de acuerdo; quiero que la imagen sea, como bien indicas, recreable, densa, abierta y que el espectador quiera compartir su tiempo con ella, recorriendo las partes que la constituyen. La carne y su trasunto, la vegetación, constituyen lo que somos y sus sensualidades, sus horrores, sus vacíos y sus plenitudes definen la sustancia de lo que muestro.


Un intenso abandonó, 2015.





Respecto a la naturaleza, pienso que es una noción muy amplia y con derivas que, si bien comparto ideológicamente, no están necesariamente presentes en mi proyecto. Creo que hablar de paisaje y vegetación sería más conveniente. Y al respecto revelaré que ambas surgieron repentinamente en los cuadros y que se asentaron profundamente en el “repertorio”. No supe explicar en su momento el por qué de esta irrupción y no fue hasta pasados unos años que tuve la revelación: paisaje y vegetación no son otra cosa que figura humana. Nunca conseguí una obra solvente con una figura humana frontal, sin tapujos, como eje central de la composición; no consigo controlar la jerarquía que se me impone: la figura vincula al espectador a través de la empatía y todas las opciones restantes quedan en segundo plano. Árboles, peñascos, acantilados, zarzas, matojos o frutos me permiten desarrollar una serie de aspectos que desde una sutilidad modulable pueden penetrar en las luces y las sombras humanas.


Camino y drama, 2015.






El color rojo se reveló como uno de mis primeros recursos plásticos. En la búsqueda del espectador, la potencia y la temperatura de la pintura roja, su violencia, abren todo un abanico de posibilidades que se han ido desarrollando con el paso de los años.
Desde sus comienzos como superficies planas y totémicas, su evolución hacia formas híbridas hasta una fisicidad profundamente descrita o desenfocada y brumosa, el color rojo se erige como un agente vertebrador. Siempre oculta y muestra al mismo tiempo. Siempre respira. Es sanguíneo y la furia irriga sus orillas. Músculos, pétalos, tallos, hojas o pelos se ocultan bajo telas sometidas a vendavales o por el contrario se muestran impúdicos, tensos y refulgentes.Sigo trabajando con el color rojo porque me sigue mostrando, con generosidad, nuevas posibilidades.

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