HISTORIA DEL GRAFFITI
El graffiti nació en las calles
de Nueva York a finales de los años sesenta, cuando los adolescentes comenzaron
a escribir sus nombres en las paredes de los barrios de la ciudad con el fin de
llamar la atención de la sociedad, influenciados por la cultura hip-hop.
Los primeros artistas graffiteros
firmaban utilizando un pseudónimo seguido de un número que correspondía a la
calle donde vivían.
Uno de los pioneros fue TAKI 183,
su nombre verdadero era Demetrius, un joven mensajero el cual plasmaba su firma
en todos los sitios donde hacía entregas.
Se hizo famoso y muchos jóvenes
empezaron a imitarle y a buscar sitios cada vez más difíciles y llamativos
donde dejar su firma. Tal vez el nombre TAKER que se utiliza para los
rotuladores gruesas de tinta permanente utilizadas por los grafiteros tiene su
orígen en la primera firma de graffiti conocida, TAKI 183.
Ninguno de los pioneros de esta forma de arte llamaba a lo que hacía
graffiti. Muchos ni
siquiera tenían una palabra para esto… Sin embargo, los medios describieron
este nuevo fenómeno como
graffiti. Para muchos de estos primeros escritores, esto fue una ofensa:
graffiti significaba rayar o garabatear…” (Gastman, R. 2012)
A finales de los setenta el graffiti
alcanzó su punto más alto con la incorporación de imágenes procedentes del
cómic, dibujos animados y caricaturas, aumentando considerablemente el
tamaño de las obras. Esto generó una gran competencia entre escritores, lo
que desembocó en las llamadas guerras de estilo. Con el objetivo de
hacerse fuertes y ganarse el respeto de los demás, los estos artistas
callejeros se unían en grupos denominados crews,
aumentando así el número de firmas por la ciudad.
A principios de los años ochenta, las autoridades de Nueva
York comenzaron su lucha contra el graffiti implantando leyes más severas, endureciendo
las penas y aumentando la vigilancia en las calles y en las cocheras del
metro. Además, a través de los medios de comunicación se consiguió crear
en la sociedad un auténtico rechazo hacia esta actividad.
Ante esta
situación, algunos escritores se las ingeniaron para continuar, y otros
optaron por viajar a Europa e introducir el graffiti en el viejo
continente.
A mediados de los ochenta surgió el Hip hop, movimiento
urbano que incluye el breakdance, la música rap y el graffiti, haciéndolo
resurgir en un segundo boom. En ese momento llegó a España, coincidiendo
con la Movida madrileña.
El personaje más representativo de aquella época
fue Juan Carlos Argüello, que firmaba con el apodo de Muelle y que estampó
su firma por todo Madrid, hasta su temprana muerte a los 29 años. Muelle
desarrolló un estilo muy particular que consistía en incluir flechas en la
firma. Sus seguidores, que continuaron con esta tendencia, recibieron el
nombre de flecheros.
Hacia los años noventa, aparecieron los términos Street
art y Postgraffiti para denominar el conjunto de nuevas técnicas
desarrolladas a base de plantillas, carteles y pegatinas.
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