Esteban Vicente, 4 de sus obras más comentadas
ESTEBAN VICENTE
Cuatro de sus obras más famosas comentadas.
Empezamos por la primera obra llamada : Still life with Le Crapouillot,1925.

Esta naturaleza muerta es una obra de formación, datada en el año 1925, con claras influencias cezannianas. Aunque Esteban Vicente no llega a París hasta 1928, él conocía la obra de Cézanne por las reproducciones de la revistas, “había una librería que tenía libros publicados por Nuevelles Françaisses sobre una serie de pintores franceses. Fue entonces cuando empecé a conocer la obra de Ségonzac, Matisse, Marquet, Picasso, Braque, Cézanne y todos los demás. Esa era mi situación entonces. Fue así como empecé a darme cuenta de la imposibilidad de funcionar en un lugar como Madrid en el siglo XX”. Se aprecia en esta obra una meditada preocupación por la distribución de los elementos y su cuidada factura. Las formas son rotundas, las manzanas, la jarra, la cesta, e incluso la tela que se desborda, como si fuera una torrentera, procedente de la cesta, hacen de esta obra de formación, un testimonio de la capacidad de creación del artista. Sin embargo, se aprecia cierta impericia a la hora de situar la revista “Le Crapouillot”, pues no queda suficientemente claro de donde emana y cómo se sustenta. La elección de esta revista por parte de este artista no es baladí, pues esta revista registraba el arte de vanguardia francés, el cual Esteban Vicente aspiraba conocer.
El foco de iluminación lo centra en los elementos blancos (telas) y en el amarillo encendido de las manzanas que contrasta con el gris, un tanto plano, del fondo.
Number 5,1950.

En 1950, una obra de Esteban Vicente es seleccionada para ser expuesta en la exposición Talent 1950. Esta exposición supuso la ruptura de un largo periodo de silencio de casi 10 años. A partir de esta fecha se abre un nuevo periodo de producción y exhibición artística regular.
Con una gama cromática limitada al ocre y al gris, sobre fondo blanco, Esteban Vicente configura esta pintura cuyas masas de color parecen moverse y entrelazarse. Parece como si las formas estuvieran en un espacio flotante, gracias al contraste en el entrelazamiento de las formas y por morfología de las formas, de perfiles nada nítidos ni precisos. La sensación de movilidad, pausada, sin dirección concreta, sin orientación precisa, está acentuada por la superficie lumínica de cada una de las formas cromáticas, en ocasiones determinada por la pincelada –diferente presión, diferente dirección, diferente intensidad, diferente “carga” de pincel-, en otras por la superposición de colores.
Daytime(dia), 1970-79.

Esta obra singular fue tejida en la India bajo la supervisión de la galería neoyorkina Modern Master Tapestries, dedicada exclusivamente a exponer tapices basados en cartones y estudios de artistas de vanguardia de la talla de Picasso, Miró, Léger, Calder, Arp, Warhol, Stella, Motherwell o Gottlieb entre otros.
El arte del tapiz se reinventa a principios del s.XX, el antecedente en España es Goya. En Estados Unidos en los años 60, algunos artistas americanos interesados más en el tratamiento de las superficies que en los temas, crearon cartones originales para tapices introduciendo innovaciones en la ejecución de este arte y empleando el lenguaje poético de su tiempo.
En la exposición American Tapestries de 1968 que tuvo lugar en la Galería Modern Master Tapestries se expuso un tapiz de Esteban Vicente titulado Tikanga cuyo paradero desconocemos y al que se refiere en el texto del catálogo, la crítica Mildred Constantine, del departamento de diseño del MoMA como: “Con una paleta de colores lírica y una composición de formas aparentemente vivas en movimiento, ha hecho que la lana se comporte con la misma audacia que la pintura y se vuelva más expresiva dada que el tapiz se elabora con diferentes profundidades y grosor. La libertad de volúmenes realza la imagen poética de su diseño, que ya no depende de las cualidades ilusionistas propias de la composición plana”.
Afternoon (tarde), 1971.

Las formas verdes evocan lo que podría ser una puerta ventana y a la vez forman parte del espacio en el que se encuentran y lo organizan. No se limitan a estar ahí como formas inertes: el azul de cada una de las zonas en la que por su actividad queda dividido el cuadro es diferente: varía su modulación y vibra su luminosidad incorporando verde y morado. La sencilla estructura reticular introduce una monumentalidad no enfática, como si el cuadro fuera marco para la luz que en él queda atrapada. Vertical y horizontal son referentes que Vicente no olvida. Está resuelto en turquesas, verdes, violetas y azules, y el efecto de calma y profundidad que evoca es de un orden distinto al puramente visual; parece tratarse de un estado mental. Incluso la sensación de profundidad no es espacial sino espiritual. Se trata de una obra que produce serenidad. El movimiento es desde la superficie al fondo y viceversa. Destaca la visión del Paisaje interior al que Vicente definía como Si tuviera que definir la temática de mi pintura, diría que se trata de un paisaje interior. Esta imagen se transforma en el tema. Siempre es la misma idea, la misma imagen basada en una acumulación de experiencias. No sé si alguien puede identificar esta imagen. Cuando digo paisaje, me estoy refiriendo a cierta estructura. La estructura de la pintura es paisaje, pero no el color. Por eso digo que son paisajes interiores.
Comentarios
Publicar un comentario